Este nuevo lugar, inaugurado hace apenas un mes, está situado detrás del Hospital Morales Meseguer, en la calle Doctor Julio López Ambit. Ha sido remodelado por los propietarios nuevos y nada más entrar tiene una barra para tomar sus tapas elaboradas. En ella probamos un bocadito de solomillo de ternera con pan dulce y un queso frito con mermelada de frambuesa y brotes de alfalfa, todo ello acompañado de un vermut rojo.
A continuación pasamos al comedor, un lugar muy limpio, luminoso y coqueto. Además las paredes estaban bien vestidas con cuadros de motivos culinarios.
La comida empezó con una ensalada templada de gulas y langostinos con vinagreta de balsámico aceptable.
Siguió con un zarangollo deconstruido con aceite de trufa muy bien presentado y con un sabor muy correcto.
Luego vino el tercer plato, el solomillo de ternera con salsa de mango, crujiente de plátano y sal maldon en su punto, estaba muy bueno. Todo esto regado con un buen Ribera del Duero.
De postre tomamos como recomendación el brownie con chocolate caliente sabor Nutella, fresas y helado de vainilla.
El menú era de 22 euros por persona, pero mi hija y yo decidimos compartir el menú y nos quedamos bien. Como mucho, el postre nos resultó escueto para dos personas. Al acabar me pedí un café solo y mi hija, como no pidió nada, la camarera tuvo el detalle de traerle un cuenco de golosinas de las que yo también piqué.
En conclusión, el lugar es un buen sitio para ir a comer o simplemente tapear. El problema es que el lugar no se encuentra en una zona muy comercial de restauración y además está situado en el Barrio de Vistalegre, que es un poco antiguo. Su filosofía gourmet no está del todo armonizada con la zona en la que está situada, pero es un lugar que ha abierto recientemente y esperemos que poco a poco sea conocido por aquellos apasionados por probar lugares especiales para comer.
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